Era una fría tarde de octubre cuando mi abuela entró al salón de clases, susurró algo en el oído de mi maestro y después me llevó hacia afuera. "Hubo un accidente en la fábrica hoy, Joe" -me dijo con calma mientras abría la puerta del automóvil- "Pero tu padre estará bien". Empecé a llorar y entre las lágrimas observé el camino a medida que nos acercábamos cada vez más al hospital. Por lo que me pareció una eternidad, permanecí sentado entre mi madre y mi abuela fuera de su habitación esperando alguna novedad. Finalmente le pregunté: ¿Cómo lo sabes?
Ella unió fuertemente las manos sobre su regazo antes de darme la mirada más segura que jamás he recibido: "Porque a veces, Joe, lo único de lo que somos capaces es de creer".
Entonces, ahí nos quedamos sentados los tres, creyendo juntos que todo estaría bien. El médico salió unos minutos más tarde y confirmó la noticia. Vi cómo la tranquilidad de mi abuela se convertía en felicidad y caía una lágrima sobre sus manos, que ahora estaban suavemente apretadas.
Fe. A pesar de que ella ya no está, todavía creo lo que me enseñó. Las relaciones y los recuerdos que nacen de la confianza establecen algunos de los lazos más poderosos que existen entre las personas. Para mí, el vivir con las convicciones y el ejemplo que ella me dejó, es el mejor regalo que espero darle.
Percy Zuloaga.
"No te dejes llevar por la tristeza, ni dejes que tus pensamientos te atormenten. Un corazón alegre es la vida del hombre, y la alegría le alarga la vida. Sosiega tu espíritu, y consuela tu corazón; aleja de ti la tristeza.